Se fomentan de forma especial los bachilleratos especializados, por ejemplo, en música o matemáticas
En Finlandia lo tienen claro. En una economía cada vez más basada en el conocimiento, el desarrollo del sector educativo se ha convertido en una cuestión estratégica de primer nivel. La idea de este país es que la educación incrementa las capacidades, las que a su vez aumentan la productividad del trabajo, y generan prosperidad para toda la nación, según recoge Laura Kobe en Retrato de Finlandia (Otava). La misión de la educación es acrecentar el capital intelectual del país, y Finlandia desea estar en la primera línea del desarrollo. «Invertir en educación—como dice su ministra de Educación, Krista Kiuru—, es la mejor política de futuro». Veamos cuáles son algunas de sus singularidades:
La base de su sistema educativo es el ciclo integrado de nueve años de enseñanza primaria y secundaria obligatoria, de doble jornada, organizada por los municipios. Curiosamente, los niños empiezan la escuela relativamente tarde en comparación con otros países, el año en que cumplen siete, porque la educación preescolar es optativa. Antes, por lo general, han asistido a guarderías, también organizadas en su gran mayoría por los municipios, que incluyen un año de educación preescolar.
De la guardería a la escuela
El vasto sistema de guarderías gestionas o supervisadas por el sector público tienen el objeto de permitir a las jóvenes madres participar de lleno en la vida laboral. La escuela básica brinda a todos los jóvenes las mismas posibilidades de aprendizaje. Así se procura evitar la marginación y la aparición de diferencias sociales. Aquí también se percibe la filosofía de igualdad y la visión de que la educación incumbe a la sociedad y no solo a las familias o los individuos, tal y como asegura, entre otros, el doctor Allan Tiitta, docente de geografía humana en la Universidad de Helsinki.
En Finlandia no existe la distinción entre escuelas normales y de élite que suele verse en muchos países, y la extracción socio económica del estudiante no es radicalmente diferente en las distintas escuelas. Según indica Retrato de Finlandia, solo en las ciudades más grandes existen entre los barrios diferencias sociales de una magnitud que se refleje en la composición del alumnado. Más de la mitad de los jóvenes cursan el bachillerato, al que acceden todos los que lo desean. En los últimos años se ha ampliado considerablemente la oferta de servicios educacionales para jóvenes y adultos. Especialmente en la última década se ha reforzado el carácter igualitario de la educación.
El mejor profesorado
Los finlandeses tienen, además, una gran estima por la profesión docente, y el programa de formación de maestros puede admitir cada año solo a una pequeña porción de los solicitantes. Su máxima es queestos profesionales estén formados como maestros, instructores y educadores. Tal y como informa el Ministerio de Educación finlandés en su publicación «Educación y Ciencia en Finlandia», una vez que estos se han incorporado a la vida laboral, se les ofrece la posibilidad de actualizar constantemente su competencia profesional. La función de dichos estudios, llamados «de extensión», es actualizar la competencia pedagógica, pero se ha verificado que también promueven la satisfacción de los maestros en su trabajo.
Bachilleratos especializados
A finales de los ochenta comenzó una tendencia de descentralización en el sistema educativo y las escuelas, y se ha alentado especialmente los bachilleratos especializados, por ejemplo, en música o en matemáticas. Este cambio quizás esté introduciendo un cierto elitismo en la escuela finlandesa, pero al mismo tiempo ofrece a los más talentosos mejores posibilidades de desarrollar sus aptitudes ya antes de la universidad.Otro punto fuerte de la escuela finalandesa es la enseñanza de idiomas, eficaz y diversificada: los alumnos suelen estudiar, además de su lengua materna, tres o cuatro idiomas.
El resultado es el que todos conocemos: uno de los niveles más altos en la evaluación PISA realizada por la OCDE, que indica que los jóvenes finlandeses tienen un altísimo nivel de lectura, adquisición de información, comprensión e interpretación de textos escritos y conocimientos de ciencias internacionales.
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